Cuaderno de bitácora: El mar despierta tranquilo. Viento de popa, navegamos con soltura y diligencia. Es el primer día tranquilo en semanas. Pero un viejo marino augura grandes tormentas, de aquí a dos días. Asegura que jamás le habían dolido tanto los riñones.
Vamos a continuar con Justicia, que últimamente son los reyes de las portadas. En este caso, el individuo elegido es nuestro estimado Presidente del Tribunal Supremo -y por consiguiente, del Consejo General del Poder Judicial-, Gonzalo Moliner. El que vino a sustituir a Dívar en el cargo, ve excesivas las restricciones de gasto que se han llevado a cabo tras el escándalo por el que dimitió su antecesor.
Si bien Dívar fue una simple cabeza de turco -que pagó los platos de toda esa gran primera fila judicial-, Moliner se ha ganado el título de "Juez Sincero". Porque otra cosa no, pero sincero se ha mostrado a la hora de denunciar los recortes que le han supuesto tantas penitencias.
Resulta que ahora EL PRESIDENTE DEL TRIBUNAL SUPREMO tiene que viajar en turista. Eso es intolerable. ¿Cómo puede ser que alguien de su categoría se vea obligado a ese ultraje? Somos un país de horteras y desconsiderados. La clase turista es para obreruchos, divorciados, homosexuales y solteras cuarentonas. No somos conscientes de lo que suponen esas restricciones de gasto.
Ahora en serio, Señor Moliner, con todos mis respetos, váyase usted a freír espárragos. Está usted hablando de la clase turista del AVE. Una clase turista mejor que algunas clases business de ciertas compañías aéreas. Está usted hablando de viajes que ni siquiera son vitales para el ejercicio de su cargo. Está usted hablando de un sacrificio -si es que se puede llamar así- nimio, comparado con los de una familia de la antigua clase media para llegar actualmente a final de mes. Así que mejor tenga su excelentísima boca cerrada.
Pero aquí no acaba la cosa. De hecho, Moliner también se ha quejado de que ahora exista una comisión permanente para encargarse de dar el visto bueno a los dichosos viajes. Es que claro, antes era mucho más cómodo. Antes los viajes se hacían cuándo, cómo, con quién y a dónde uno quería.
En conclusión, que les han cortado las alas porque el alarde de gasto del que eran protagonistas era excesivo. Pero claro, ahora que Dívar queda en el olvido, ¿por qué no volver a una situación aunque sea un pelín más cercana a la anterior? Si total, se vivía mejor. Después de todo, ya sufren otros.
Esperemos que haber creado una comisión permanente, encargada de supervisar los viajes, no suponga mas gasto que los viajes en bunisses que se pretendían evitar.
ResponderEliminarBuen articulo Capitán Miller!
¡Bien visto! Esperemos...
EliminarNos tienes abandonados...queremos más publicaciones!!! jajaj ;)
ResponderEliminarLo se, lo se...ahora volveré a la carga!!
Eliminar